Celestina.-
Y como ella estuviese suspensa mirándome, espantada del nuevo
mensaje, escuchando hasta ver quién
podía ser el que así por necesidad de su
palabra penaba, o a quien pudiese
sanar su lengua, en nombrando tu nombre
atajó mis palabras y se dio en la frente
una gran palmada, como quien cosa de gran espanto hubiese oído, diciendo que cesase
mi habla y me quitase delante, si no quería hacer a sus servidores verdugos de mi
postrimería, agravando mi osadía, llamándome hechicera, alcahueta, vieja falsa, barbuda,
malhechora y otros muchos ignominiosos nombres, con cuyos títulos asombran a los
niños de cuna." ... ...
(Tragicomedia
de Calisto y Melibea)
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