EL CAZADOR Y LAS PERDICES

    Érase un hombre que dispuso sus redes para atrapar perdices. En cuanto los animalitos cayeron en la red, el cazador las iba retirando y dando muerte. Pero mientras mataba las perdices, el viento le daba en los ojos tan fuerte que le hacía llorar.

    Una de las perdices, que seguía viva en la red, dijo a las otras:

    -Ved, amigas, lo que hace este hombre. Aunque nos mata, siente gran duelo de nosotras, pues está llorando.-

    Otra perdiz más sabia que ella, y que con su sabiduría se había guardado de caer en la red, respondió:

    -Amiga mía, agradecida estoy al Todopoderoso porque me ha preservado del mal y ojalá Él guarde a todas mis amigas del que me quiere matar y hacer mal y da a entender que le duele el daño mío.

    El que cuenta esta fábula así concluye:

"Quien te hace mal mostrando gran pesar,

mira el modo de que de él te puedas guardar".

                                                                                                        D. Juan Manuel

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