A tratar de un gravísimo negocio se juntaron los Zánganos un día, Cada cual varios medios discurría para disimular su inútil ocio; y por librarse de tan fea nota a vista de los otros animales, aun el más perezoso y más idiota quería, bien o mal, hacer panales. Mas como el trabajar les era duro, y el enjambre inexperto no estaba muy seguro de rematar la empresa con acierto, intentaron salir de aquel apuro con acudir a una colmena vieja, y sacar el cadáver de una Abeja muy hábil en su tiempo y laboriosa; hacerla con la pompa más honrosa, unas grandes exequias funerales, y susurrar elogios inmortales de lo ingeniosa que era en labrar dulce miel y blanca cera. Con esto se alababan tan ufanos, que una Abeja les dijo por despique: "¿No trabajáis más en eso? Pues, hermanos, jamás equivaldrá vuestro zumbido a una gota de miel que yo fabrique." ¡Cuántos pasar por sabios han querido con citar a los muertos que lo han sido! ¡Y qué pomposamente que los citan! Mas pregunto yo ahora: ¿Los imitan?
"(Fácilmente se luce con citar y elogiar a los hombres grandes de la antigüedad; el mérito está en imitarlos)"
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