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Mar�a, Miguel y Juan eran tres hermanos que viv�an en las afueras de Salamanca. Mar�a, la peque�a, hab�a contagiado a sus hermanitos su admiraci�n por Peter Pan. Todas las noches les contaba a sus hermanos las aventuras de Peter.
Una noche, cuando ya casi dorm�an, vieron una lucecita moverse
por la habitaci�n. Era Campanilla, el hada que acompa�a siempre a Peter Pan, y el mism�simo Peter. �ste les propuso viajar con �l y con Campanilla al Pa�s de Nunca Jam�s, donde viv�an los Ni�os Perdidos... - Campanilla os ayudar�. Basta con que os eche un poco de polvo m�gico para que pod�is volar. Cuando ya se encontraban cerca del Pa�s de Nunca Jam�s, Peter les se�al�: - Es el barco del Capit�n Garfio. Tened mucho cuidado con �l. Hace tiempo un cocodrilo le devor� la mano y se trag� hasta el reloj. �Qu� nervioso se pone ahora Garfio cuando oye un tic-tac! Campanilla se sinti� celosa de las atenciones que su amigo ten�a para con Mar�a, as� que, adelant�ndose, les dijo a los Ni�os Perdidos que deb�an disparar una flecha a un gran p�jaro que se acercaba con Peter Pan. La pobre Mar�a cay� al suelo, pero, por fortuna, la flecha no hab�a penetrado en su cuerpo y enseguida se recuper� del golpe. Mar�a cuidaba de todos aquellos ni�os sin madre y, tambi�n, claro est� de sus hermanitos y del propio Peter Pan. Procuraban no tropezarse con los terribles piratas, pero �stos, que ya hab�an tenido noticias de su llegada al Pa�s de Nunca Jam�s, organizaron una emboscada y se llevaron prisioneros a Mar�a, a Miguel y a Juan. Para que Peter no pudiera rescatarles, el Capit�n Garfio decidi� envenenarle, contando para ello con la ayuda de Campanilla, quien deseaba vengarse del cari�o que Peter sent�a hacia Mar�a. Garfio aprovech� el momento en que Peter se hab�a dormido para verter en su vaso unas gotas de un poderos�simo veneno. Cuando Peter Pan se despert� y se dispon�a a beber el agua, Campanilla, arrepentida de lo que hab�a hecho, se lanz� contra el vaso, aunque no pudo evitar que la salpicaran unas cuantas gotas del veneno, una cantidad suficiente para matar a un ser tan diminuto como ella. Una sola cosa pod�a salvarla: que todos los ni�os creyeran en las hadas y en el poder de la fantas�a. Y as� es como, gracias a los ni�os, Campanilla se salv�. Mientras tanto, nuestros amiguitos segu�an en poder de los piratas. Ya estaban a punto de ser lanzados por la borda con los brazos atados a la espalda. Parec�a que nada pod�a salvarles, cuando de repente, oyeron una voz: - �Eh, Capit�n Garfio, eres un cobarde! �A ver si te atreves conmigo!
El resto de los piratas no tard� en seguir el camino de su capit�n y todos acabaron d�ndose un saludable ba�o de agua salada entre las risas de Peter Pan y de los dem�s ni�os. Ya era hora de volver al hogar. Peter intent� convencer a sus amigos para que se quedaran con �l en el Pa�s de Nunca Jam�s, pero los tres ni�os echaban de menos a sus padres y deseaban volver, as� que Peter les llev� de nuevo a su casa. - �Qu�date con nosotros! -pidieron los ni�os. - �Volved conmigo a mi pa�s! -les rog� Peter Pan-. No os hag�is mayores nunca. Aunque crezc�is, no perd�is nunca vuestra fantas�a ni vuestra imaginaci�n. De ese modo seguiremos siempre juntos. - �Prometido! -gritaron los tres ni�os mientras agitaban sus manos diciendo adi�s. FIN
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