Don
Juan.- Yo he cenado, haz que levanten
la mesa.
Don
Gonzalo.- Dame
esa mano;
no temas; la mano dame.
Don
Juan.- ¿Eso dices? ¿Yo temor?
¡Que me abraso! ¡No me abrases
con tu fuego!
Don
Gonzalo.-
Esto es poco
para el fuego que buscaste.
Las maravillas de Dios
son, Don Juan, investigables,
y así quiere que tus culpas
a manos de muerto pagues;
esta es justicia de Dios:
"quien tal hizo, que tal pague".
Don
Juan.- ¡Que me abraso! No me aprietes.
Con la daga he de matarte.
Mas, ¡ay! que me canso en vano
de tirar golpes al aire.
A tu hija no ofendí;
que vio mis engaños antes.
Don
Gonzalo.- No importa, que ya pusiste
tu intento.
Don
Juan.-
Deja que llame
quien me confiese y absuelva.
Don
Gonzalo.- No hay lugar; ya acuerdas tarde.
Don
Juan.- ¡Que me quemo! ¡Que me abraso!
Muerto soy.
Catalinón.-
No hay quien se escape,
que aquí tengo de morir
también por acompañarte.
Esta es justicia de Dios:
"Quien tal hizo, que tal pague"
(El
Burlador de Sevilla)
|